En el argot marinero y cuando uno no está sobrado de dinero se suele decir aquello de; “El mejor barco que puedes tener, es el barco de tu amigo”. Y así es, lo importante como siempre, no es obtener algo en la vida, sino, mantenerlo. Pues así y con la crisis, está pasando en las familias españolas, bien sabe Dios que no es un reproche.
Pero, en el caso de los familiares que viven en el interior del Sur peninsular, debe ocurrir un símil al del barco y éste no es otro que; “ la mejor casa de playa, es la de los cuñados, amigos, suegros, etc,). La verdad es que los familiares que hemos tenido este verano , han sido de lo mejor y con grandes atenciones y sobre todo, lo que más se valora, la colaboración en todo lo relacionado con las labores caseras.
Pues bien, Curro, que es el anfitrión y protagonista de esta historia, comienza y explica con todo detalle lo que aconteció aquel día;
Madrugó algo más de la cuenta, teniendo en cuenta que como anfitrión se había ido a la cama a descansar una vez acomodados sus invitados, ya avanzada la medianoche, cosa normal en verano y en vacaciones.
Por lo tanto, sobre las 6:30 horas, cuando Curro, tras tomar una ducha se dirigía a prepararse un café en la cocina y que, le ayudara a despertarse para finalizar unos trabajos que debía presentar a media mañana de ese mismo día en una institución oficial, ocurrió lo que menos se esperaba, no había encendido la luz del pasillo, para así, evitar despertar a los que dormían en la planta alta y baja y zash, tropezó y cayo dando volteretas, y de tal manera que, quedó al finalizar el periplo o aterrizaje, con un pié mirando a Tarifa u el otro aunque más magullado, se encontraba cruzado en busca del arca perdida.
Esta broma, ha costado al autor, un par de días a base de Nolotil y Calmatel.
Por supuesto, fue tal el estruendo y aparatosidad de la caída, que se despertaron todos…todos, los que dormían en casa y hasta los vecinos.
Curro, tras pedir calma y orden en las preguntas a los que venían solícitos a brindarle su ayuda, tomó aire y como pudo se puso en pié.
Tras comprobar que las heridas externas eran de poca importancia, un poco de betadine, fue suficiente. Preocupó las internas que, en estos casos, suelen alarmar porque simplemente no se ven. Unos analgésicos y una ampolla bebible de Nolotil después, Curro, se centraba en el trabajo que debía preparar para llevar a esa cita que le había costado trabajo y tiempo el conseguirla.
Se trataba de aportar su experiencia para que de una manera desinteresada colaborar con una institución que como todo el mundo en España, al menos los que conoce Curro, está “canina”, en el argot callejero significa sin dinero y su finalidad es dar unos servicios a los más necesitados de esta sociedad, los llamados de la tercera edad.
Dos cafés con leche y otro par de analgésicos, fueron suficiente para que Curro, condujera su coche hasta un kilómetro antes del lugar u oficina de la cita.
Único aparcamiento de “low coast”, o sea, que le das 50 centimos al gorrilla y te deja aparcar. Ya una vez y a su hora, se celebró la cita. Duró algo menos de una hora. Durante ella, Curro, expuso todo lo que podía aportar de una manera desinteresada, aportando material, conocimientos, experiencias y el tiempo…esa cosa que uno , nunca sabe del que necesita y de su remanente, que quiere decir…el que le queda.
Setenta y dos horas después, el dolor ha disminuido, la doctora ha recetado la medicación apropiada a Curro, teniendo en cuenta que al padecer éste, de una enfermedad crónica de inflamación intestinal, que no le impide desarrollar varias funciones, si ha de tener en cuenta a la hora de tomar ciertos medicamentos.
Curro, lo cuenta de otra manera; “ya sabes, chico, al ser menor de edad no debo tomar whisky.”. Pues como decía , tres días después, Curro, ha tenido tiempo de desarrollar algunos proyectos más, ha escrito más de 12 artículos para blogs y medios de comunicación y hasta ha asistido al primer aniversario del párroco de su parroquia, que además de pastor y guía, es su amigo.
Cuando en eventos como los de la celebración del aniversario, por cierto, el almuerzo, fue magnífico en un restaurante recién instalado en la calle Sevilla de esta ciudad, tras algunos brindis , palabras de agradecimiento a nuestro párroco y parabienes, siempre hay un momento que tras una copita sale alguna frase o palabras que dan que pensar.
En este evento, para Curro, la palabra que más le ha impactado o la que ha venido a resumir esos tres días, ahora que en reposo, sin prisas y procurando recuperarse para volver a la carga…la frase, sigue dándole vueltas por la cabeza, esta no es otra que la de “generosidad”.
Apenas hace unos tres meses, Curro, colaborador comunitario y feligrés, al ver una bolsa de ropa en mal estado y sucia, que pretendían “donar” a Caritas parroquial, sin cortarse, les dijo a esta pareja de “donantes”; “ Esa ropa, en las condiciones que la traen, no son para ser usada, recuerden que por ser necesitados , los pobres, tienen su dignidad. Es más, si la dejan aquí, mejor tirarla a la basura de reciclaje.”, el caballero, no contento con las palabras de Curro, contestó; “Oiga señor, nosotros hemos venido con esta ropa en un acto de generosidad y Vd. Nos la rechaza. Le hablo de generosidad.!”.
Curro, tras tomarse unos segundos, contestó; “Comprendo que Vds. Hayan hecho un esfuerzo y hayan traído esa ropa que le sobraba y al no usarla, ni siquiera la han lavado. Nadie les obliga a ser generosos. Pero, aprovecharé la oportunidad de corregirle el problema semántico, porque no dudo de sus buenas intenciones…Generosidad, no es dar lo que a uno le sobra, sino, lo que aún necesitándolo, lo da a otros que lo necesitan más. Y este no es el caso.”.
Y por qué de esta reflexión?
Muy fácil, hace tres días que se fueron los familiares, tras estar unos días de asueto y cerca de la playa en la casa de Curro.
El mismo tiempo que hace que Curro, entregó un trabajo que con generosidad (proyecto, desarrollo, ejecución, el tiempo de la persona, Curro, y puesto en marcha de forma gratuita e inmediata) se conseguía llevar a cabo un trabajo que beneficiaría a nuestros mayores y cero de coste a las arcas públicas.
Mira por donde, no hay mal que por bien no venga, dice el refrán. Ahora, tras teclear esto, Curro, se ha quedado convencido y además, lo ha sufrido en primera persona, lo que le decía tres meses antes a aquella pareja de la bolsa de ropa sucia.
Porque tras tres días del golpe en la escalera y de presentar una colaboración, ni unos, los familiares, ni otros, los receptores del proyecto, han llamado por teléfono a Curro, ni para interesarse por la salud del que fue su anfitrión, ni de quien le ha puesto una muestra de generosidad a su disposición.
Y es que cada vez, estamos perdiendo muchos valores, en el día a día, para empezar, el de saber discernir la diferencia entre el interés y la generosidad. Por eso, Curro, aconseja que si bajas las escaleras y no hay visibilidad, no dejes de encender la luz…por lo que pueda pasar.
By Curro
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