24 de octubre de 2010

Despensa y escuela

Los regeneracionistas, esos pensadores españoles sobre España y sus problemas (¿pasados?) hoy casi olvidados para nuestra desgracia, acuñaron un lema para simplificar sus ideas, con las que luchaban contra la falta de estabilidad, la corrupción, el caciquismo, el atraso y la falta de iniciativa popular contra sus promios males. El lema era, "Escuela, despensa...y doble llave al sepulcro del cid". No quiero ser como el amigo-compañero-coetaneo-congénere de Larra, Don Periquito, que usaba la muletilla "En este país..." para justificarlo todo y deleitarse en la crítica irracional hacía todo lo que veía,
Encontrele en una habitación mal amueblada y peor dispuesta, como de hombre solo; reinaba en sus muebles y sus ropas, tiradas aquí y allí, un espantoso desorden de que hubo de avergonzarse al verme entrar. -Este cuarto está hecho una leonera -me dijo-. ¿Qué quiere usted? En este país... -y quedó muy satisfecho de la excusa que a su natural descuido había encontrado
así que no voy a decir que estamos igual que hace siglo y medio, por supuesto. El esfuerzo conjunto de muchísima gente se ha ido imponiendo sobre varios de los problemas tradicionales españoles y se ha construído un país agradable para vivir, diverso, que puede ser bronco y duro, pero también solidario y cordial. Y sobre todo, un lugar donde, pese a malos momentos como el actual, hay una razonable despensa.

Sin embargo, la escuela es muy importante también (lo del sepulcro del cid... creo que puede darse por sellado, pese a ciertos folclorismos, espero). Y construir un país más lúcido, educado, culto y hasta instruído no parece a veces sino una necesidad más retórica que otra cosa entre necesidades y entretenimientos más queridos. Y no me refiero a las numerosas de leyes de educación siempre provisionales ni a los Gobiernos, sino a que quienes quieren ser bien preparados exijan y busquen su derecho a una vida más libre.

Quizá es cosa mía, pero ver la tele y leer la prensa ayer fue un ejercicio agridulce. Vaya por delante que me gusta mucho el fútbol, y me alegro que la selección sea premiada, nos dió muy buenos momentos este verano. Pero ver resaltado en la mayoría de sitios los premios, gestos, fotos y declaraciones de personas que ya gozan de un nivel de popularidad incomparable mientras se obviaba bastante a los otros premiados me pareció algo así como una oportunidad perdida de conocer e interesarnos por cosas ajenas, escuchar ideas nuevas, compartir el esfuerzo de los premiados y poder valorar sus logros.España se ha premiado a si misma reconociendo a dos artistas como Richard Serra (que antes de poder llevar a cabo su vocación trabajo duro en la metalurgia) y Amin Maalouf ( "El escritor franco libanés abogó por convertir la cultura en algo crucial para épocas descarriadas: "Y la nuestra lo es", avisó.) autor de libros tan sustanciales como "Identidades asesinas", tristemente actuales, aún, Manos Unidas y su labor incuestionable, esa maravilla de Organización, la Sociedad española de trasplantes, que nos permite valorar todo lo bueno que tenemos y a veces ignoramos. Los científicos que dedican su vida a la lucha contra el dolor, y los sociólogos que pretenden comprender mejor que reglas implícitas rigen las relaciones en nuestro mundo. Los arqueólogos que nos permiten disfrutar, aunque sea por la tele, de esa maravilla del mundo antiguo, los guerreros de Xian, enterrados como ejército para el más allá del primer emperador de la China.

Todos esos logros maravillosos parecían un pálido murmullo al lado del gesto de que Luis Aragonés recibiera reconocimiento por su labor en la roja.Y bueno, me gustó verles, me hizo ilusión que pudieran sentir de nuevo el cariño de la gente...pero me hubiera gustado más eco mediático para el resto de premiados, todos eran muy buenas noticias para este mundo abrumadoramente loco pero lleno de posibilidades que sigue necesitando despensa, sobre todo en muchos países desafortunados y en todos ellos, siempre mirando hacia adelante, más escuela. Es una guerra que merece la pena librar, y que tenga tanta resonancia como las guerras deportivas, que nos gustan también.Larra, de nuevo, Olvidemos, lo repetimos, esa funesta expresión que contribuye a aumentar la injusta desconfianza que de nuestras propias fuerzas tenemos. Hagamos más favor o justicia a nuestro país, y creámosle capaz de esfuerzos y felicidades. Cumpla cada español con sus deberes de buen patricio, y en vez de alimentar nuestra inacción con la expresión de desaliento: «¡Cosas de España!», contribuya cada cual a las mejoras posibles... para su país, y para todos. A alistarse :)

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