A Henry Bonamorte le apasionaban los finales de toda índole, es decir, lucía pertenecer cierta afamada leyenda a sus espaldas que le tildaba de moribundo, la verdad, poco vividor de este mundo. Cada atardecer moría viendo el crepúsculo desde su ataud, nombre el cual habia recibido su lecho tras prolongadas horas de verle tirado en él, este hombre vivia en una especie de muerte continua sin llegar a fallecer.
Y otra vez llegaba la hora de comer, un instinto primitivo que no le excluía del resto de los seres humanos de a pie, debia nutrirse para asegurarse la mínima plaza en el lugar que ocupaba su "vida de féretro" que tanto le gustaria que acabara con él. Un suicida no practicante o tal vez solo un cobarde, apesadumbrado siempre y lánguido gustaba servirse de poca tonalidad en su piel, buscaba la forma de extinguirse pero a la vez abandonaba la idea, se recocijaba en todo este mundillo de apolille, adormecido ya, no oía a nadie.
Para el lector común esta historia podria encaminarse ciertamente hacia el vampirismo, pero la simple realidad hacen de su protagonista, un simple mortal, más próximo a ser campeón del absentismo. Un inexistente papel en el curso de la historia, un ciudadano sin ninguna trayectoria, un haragán en toda regla de no ser por el cine actual que lo tildaria de personaje insulso con poca sangre, generador de poca taquilla, de muerte agónica por pastillas y un voluntario candidato a pasar hambre, engrosador de listas de espera en cualquier clínica.
Bonamorte se licenció finalmente en la escuela de Moribundie Mortaján que su mismo tatarabuelo se encargó de inaugurar. Tan decrépito como él, logró traspasar el umbral de la ancianidad para condena de sus más allegados, llegando a enterrar a unos cuantos mucho más jóvenes y saludables que él en aspecto, aunque fallecieron de forma natural, no como este engendro navegador a la deriva, de la vida exento.
Nunca se supo a ciencia cierta si el final de este fúnebre impostor carente de vida fué como el de cualquier otro, no hay datos fiables que justifiquen la extinción de este intento de ser humano, no existen testigos que probaran su muerte clínica, puesto que él siempre estuvo...
MUERTO EN VIDA.
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