28 de marzo de 2011

Celos hasta del pensamiento !!


Ay, los celos. Decía San Agustín que; “El que no tiene celos no está enamorado “, probablemente pensando en el refranero popular que apuntaba; “Amor sin celos no lo dan los cielos.”. El caso es que hay mucho que hablar y estudiar sobre este tema. Es más, entre otras cosas, no sabemos si la edad tiene algo que ver en esto. Hemos leído en la prensa y escuchamos en la radio y televisión que, jóvenes y menos jóvenes, muestran de una manera poco “cariñosa” los celos hacia parejas, amigos y hasta vecinos.

Los celos en la pareja son un asunto delicado. Por un lado, si estos son excesivos, pueden contribuir a que una relación se rompa. Sin embargo, los celos en pequeñas dosis intensifican la pasión y ayudan a que la pareja permanezca unida. Eso dicen algunos entendidos. Otros, por el contrario, creen que no son nada buenos porque dañan, no hay celos por amor, sino por temor a perder, o por temor a que otro lo comparta. Los celos, en estos casos, destruyen principalmente al que lo padece y luego a los que lo rodean.

Los celos, en contra de lo que podría parecer y de lo que sugieren algunas letras de canciones, argumentos literarios o guiones de películas, no siempre son consecuencia de un gran amor, ni indican cuánto se quiere, se necesita o se desea a la otra persona. Y, normalmente, quienes padecen preferentemente estos ataques de celos son personas muy centradas en sí mismas, que sólo se curarán saliendo de su autoencierro.

En muchas situaciones de celos hay, más que amor o miedo a la soledad, otras causas: sentimientos de posesión del otro, de necesidad de controlarle, de inseguridad en uno mismo, de envidia hacia la mayor riqueza de la vida emocional del otro...

Tambien, los que ya peinamos canas, hemos visto en nuestro entorno, bien por hermanos, hijos y ahora nietos, esos celos que algunos llaman "Cainitas". Que nombre más duro, generalmente, se aprecia en los hermanos cuando son niños tras el nacimiento de un nuevo hermano.

El niño, antes centro de todas las atenciones, se ve obligado a aceptar que debe compartir con el nuevo miembro de la familia el amor y cuidados de sus padres, muy especialmente de la madre, lo que hace que vea en el recién llegado un usurpador y la malquerencia hacia "el intruso", lo que puede conducirle a volcar su agresividad en su pequeño hermano. Según los psicólogos, no es extraño que incluso el origen de ciertos estados neuróticos que sufren los adultos provenga de secuelas de celos infantiles padecidos hace décadas.

Pero los celos no son exclusivos del espacio familiar o sentimental: otro ámbito donde germinan es el mundo laboral.

Los celos afectan con frecuencia a profesionales desconfiados y muy competitivos (en la mala acepción del término), incapaces de trabajar en equipo y que invierten gran parte de su tiempo y energía en los pequeños detalles, no compartiendo información y controlando cuanto ocurre a su alrededor, a fin de que nadie presente un trabajo que pueda ensombrecer el suyo. La vida y valía personal de estos celosos laborales giran en torno a su estatus profesional y mantienen una baja autoestima (disfrazada frecuentemente de autosuficiencia). Y, por supuesto, con esa actitud, evidencian su inseguridad y un déficit de inteligencia emocional, al no responder positiva y equilibradamente a los estímulos del exterior, en este caso, a la competencia de sus compañeros de trabajo.


En la realidad cotidiana, los celos rompen y enturbian las relaciones, y los individuos celosos acaban minando, con su posesividad y persecución asfixiantes, el gozo y el placer del encuentro, el equilibrio en la pareja, que se basa en la ternura, la comprensión, la tolerancia y el respeto a la autonomía del otro.

Y además, no desaparecen con los años. Sin ir más lejos, hace apenas una semana, en el primer mundo, en una población de Florida(USA) una señora de 92 años, si, de 92 años, dicen que por celos, tiroteó la casa de su vecino:

Según explicó el vecino a la policia, Dwight Bettner, de 53 años de edad y que salió ileso del ataque, la libidinosa anciana se presentó en su casa y le dijo que no pensaba moverse de allí hasta que no le diera un beso. Bettner, que le recordó que tenía una compañera sentimental, se negó a hacerlo. Entonces, Staudinger fue a su casa a buscar una pistola semiautomática, y realizó una ráfaga de cuatro disparos. Afortunadamente,Bettner,tan sólo padeció algún corte al romperse el cristal de su ventana como consecuencia de los disparos.

No era la primera vez que mostraba sus sentimientos la "buena" señora. De hecho, en un ataque de celos, semanas atrás, Staudinger ya intentó estrangular a una mujer que había visitado a su vecino.

De momento, la señora Staudinger, aparte de 15.000 dólares de la fianza, deberá buscarse un nuevo alojamiento, pues el juez le ha dictado una orden de alejamiento de Bettner de unos 150 metros. Dicen que la distancia es el olvido...

En este último caso, el de los celos de la señora anciana a su vecino,al parecer, son infundados. Si todo ocurrió como lo cuenta el periódico local 'Star-Banner', no habia relación amorosa entre ambos. Aunque ya se sabe para que haya celos, no es necesario motivo alguno.

Decia Jacinto Benavente ; "El que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta.".

Y mientras, los cantautores románticos, insisten en lo contrario y en relacionar los celos como parte del sentimiento amoroso. Ya lo dice la canción, Júrame, de José Luis Perales;

"cuando estoy cerca de ti ya estoy contento
no quisiera que de nadie te acordaras
tengo celos hasta del pensamiento
que pueda recordarte a otra persona amada"

Mal vamos si seguimos justificando los celos..... Luego viene eso de " La maté porque era mia".

"El amor es fuerte como la muerte; los celos son crueles como la tumba."(Salomón)

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