11 de julio de 2011

Por matar...mataron al Mensajero Mundial de la Paz !!


Guatemala, Guatemala, por qué te empeñas en dejar de ser Guatelinda?
Para el mal, nada basta. Una mujer asesinada al día, corrupción, gente maravillosa y otras gentes, que por matar…matan al Mensajero de la Paz. Mataron a Facundo Cabral, este ilustre y reconocido mundialmente como gran cantautor, dicen que, “la cosa no iba con él”. Que paso entonces?, disparaban al plato y se equivocaron y le dieron a la paloma de la Paz?. Manda Carayo!, diría Xuxo. En fin, no soy de aquí ni de allá…cantaba Cabral. Ahora, la cantaremos más.

Desde el salvaje asesinato del obispo Juan Gerardi -lapidado en el garaje de su convento en abril de 1998, solo 48 horas después de sacar a luz los crímenes del Estado en el combate a la guerrilla de inspiración marxista- los guatemaltecos no habían sufrido una conmoción como la que ha significado el asesinato del cantautor argentino Facundo Cabral, de 74 años, acribillado cuando se dirigía al aeropuerto para continuar su gira por Centroamérica.

Pues bien, o mejor dicho, mal, resulta que el pasado sábado 9 de Julio, el símbolo de la paz y la libertad con su música de trovador, el cantautor argentino Facundo Cabral ha muerto de la forma que menos merecía: asesinado a tiros por unos sicarios. Acababa de terminar una gira en Guatemala y se dirigía ayer sábado hacia el aeropuerto internacional de La Aurora, en el sur de Ciudad de Guatemala, cuando un grupo de desconocidos le ha acribillado dentro de la furgoneta en la que viajaba con el empresario nicaragüense Henry Fariña, que podría haber sido el verdadero objetivo del ataque, según el Gobierno de Guatemala.

El representante del músico no se explica qué pudo llevar a los sicarios a querer acabar con la vida de Cabral. Según las primeras hipótesis de la policía, los matones podrían haber ajustado cuentas con el empresario Fariña. El músico habría sido una triste víctima del tiroteo.
Desde el salvaje asesinato del obispo Juan Gerardi, lapidado en el garaje de su convento en abril de 1998, 48 horas después de sacar a luz los crímenes del Estado en el combate a la guerrilla de inspiración marxista, los guatemaltecos no habían sufrido una conmoción como la que ha significado el asesinato del cantautor argentino.

La noticia corrió como reguero de pólvora y sacó de la cama a todos desde las primeras horas de un sábado normalmente dedicado al descanso. Las estaciones de radio interrumpieron su programación habitual para dar a conocer el suceso. Una población indignada no encontraba las palabras adecuadas para calificar el atentado en contra de alguien a quien se consideraba "muy próximo". Expresiones como "damos una muestra de salvajismo al mundo", "no se puede atentar así contra un hombre que predicaba con el ejemplo sentimientos de paz y amor", eran comunes en emisoras con micrófonos abiertos para la población.

Desde el lugar del suceso, en Ciudad de Guatemala, Alan Alfaro, periodista de la televisión guatemalteca T13 Noticias, habla por teléfono con los medios de comunicación "Al menos 150 personas se han congregado en la zona de Trébol, donde Cabral ha sido asesinado. Dicen que es una vergüenza, una canallada y una tragedia". Cabral, de 74 años, había llenado el auditorio en su concierto en Xela, también conocida como Quetzaltenango, segunda ciudad más importante del país, donde se había despedido de sus seguidores guatemaltecos porque su estado de salud "era complicado" y tenía previsto retirarse a Argentina para ser tratado, previo paso por Nicaragua para terminar su gira.

Pero quien mejor sintetiza el sentimiento de impotencia e indignación es Rigoberta Menchú, embajadora de Buena Voluntad de la Unesco, título honorífico que compartía con Cabral, su amigo de muchos años. Bañada en lágrimas y con voz entrecortada, Menchú, en declaraciones a la prensa, ha descartado que se tratara de un asesinato atribuible a la delincuencia común. "Es un crimen planificado desde los niveles más altos de la ultraderecha fascistoide", ha señalado, para subrayar que "fueron a matarlo directamente".

Para la premio Nobel de la Paz, los asesinos de Cabral tenían un plan y una estrategia perfectamente diseñados. "Tenían una información detallada de sus movimientos", comenta Menchú, quien subraya que más que el asesinato de una persona, "esta muerte es un mensaje atemorizante para la izquierda latinoamericana y un golpe muy fuerte para la presidenta Cristina Fernández, de Argentina, y para el mandatario guatemalteco, Álvaro Colom".

El hecho de que este asesinato haya ocurrido en plena época electoral -los guatemaltecos están convocados a elecciones generales el 11 de septiembre- da al atentado un tinte más oscuro, si cabe la expresión. Para los dirigentes de los partidos, es un crimen que empaña el proceso electoral. Tradicionalmente, el año de elecciones se reviste de violencia. Guatemala, con un promedio que oscila entre los 17 y los 18 asesinatos por día, está considerado como uno de los países más violentos de América, con índices por encima de países "formalmente en guerra" como Colombia.

El Gobierno de Álvaro Colom se ha mostrado indignado con el suceso y el mandatario ha ordenado una investigación exhaustiva. El embajador de Argentina en Guatemala, Ernesto López, ha exigido a las autoridades locales el esclarecimiento inmediato del asesinato de su compatriota. Como primer fruto de la movilización policiaca, un coche de alta cilindrada ha sido encontrado abandonado, en una de las calles que conducen a la carretera hacia El Salvador, a unos cinco kilómetros del lugar del suceso. Las autoridades sospechan que pudo haber sido uno de los vehículos utilizados por los sicarios, toda vez que en su interior se encontró abundante munición para rifles de asalto AK-47.

Un tiroteo con incógnitas


Pero son muchas las incógnitas que deja este asesinato en un país donde los poderosos carteles de la droga se adueñan de ciudades enteras. A primera hora de la mañana, Cabral abandonó el hotel Tikal Futura, lugar donde estaba hospedado y célebre por alojar a multitud de artistas. Había salido acompañado de su representante David Ávalos, que subió en otro coche, y el empresario Henry Fariña, que viajó con el músico en el mismo vehículo, rumbo al aeropuerto de La Aurora, ubicado a unos cinco kilómetros del hotel.
Según cuenta el periodista Alan Alfaro, al coche de Cabral, una camioneta Land Rover de color blanco, le seguían otros vehículos donde viajaban sus guardaespaldas y una patrulla de la policía civil.

En el sector conocido como Trébol, a tres kilómetros del aeropuerto, se produjo la emboscada contra el famoso músico argentino. En torno al Bulevar Liberación, a las 5.20 horas de Guatemala, dos furgonetas se pusieron paralelas al coche de Cabral, que viajaba de copiloto junto con Fariña. Los dos vehículos, uno en cada lado del coche del músico, bajaron sus ventanillas y empezaron a disparar indiscriminadamente. "Lo hicieron con fusiles, según la policía, y dejaron entre 25 y 30 impactos de bala en cada lado del vehículo", explica Alfaro desde el lugar del suceso. Fariña intentó escapar de las balas acelerando el coche y terminó refugiándose en un edificio de bomberos cercano donde irrumpió abruptamente. Cuando los bomberos procedieron a comprobar el estado de ambos, cuenta el periodista guatemalteco, vieron que Fariña tenía signos vitales y rápidamente fue trasladado a un hospital. Cabral, con múltiples impactos de bala en su cuerpo, había fallecido.

Auténtico bardo


A la espera de que se conozcan las causas del acto criminal, lo único cierto es que Argentina pierde una de sus más ilustres voces y la música latinoamericana a un gran artista, poeta comprometido con su entorno. Nacido en la ciudad bonaerense La Plata en 1937, Cabral se erigió como un auténtico bardo, sabio y cercano, que con composiciones sencillas dignificó la música de autor. Pasó una infancia muy difícil, marcada por la extrema pobreza y llena de infortunios como perder la voz durante unos años o el abandono de su padre, que obligó a su madre a criar a siete hijos sin apenas recursos.

Según contaba él mismo, se dedicó a la música tras conocer a Simón, un vagabundo que le recitó el Sermón de la Montaña y le demostró la existencia de Dios. Esta experiencia fue lo suficientemente mística cómo para llevarle a coger una guitarra y componer Vuele bajo.
Formado en la escuela de la calle, Cabral se dejó empapar en los cincuenta por el bello caudal del folk argentino. De esta forma, admiró a maestros como Atahualpa Yupanqui y José Larralde. De ellos aprendió a dar un acento espiritual a su poesía callejera, cargada de crítica social e inquietudes existenciales. Durante un tiempo grabó como el Indio Gasparino, pero su primer gran éxito llegó como Facundo Cabral. En 1970, publicó No soy de aquí, ni soy de allá, que le permitió compartir escenarios con Alberto Cortez, Julio Iglesias, Pedro Vargas y Neil Diamond, entre otros. Otras canciones con gran acogida fueron No estás deprimido, estás distraído o Cantar sólo cantar.

Era un artista de reconocido prestigio cuando decidió exiliarse a México por la dictadura militar que gobernó Argentina. A la vuelta a su país, en 1984, no dejó de peregrinar mientras grabó varios discos y dio centenares de actuaciones por todo el continente. Con 74 años, Cabral se encontraba estos días haciendo su última gira, según sus propias palabras, para retirarse a su país. Declarado Mensajero Mundial de la Paz por la UNESCO, nadie esperaba este final tan trágico para él. Latinoamérica y el mundo de la música le lloran.

Con su guitarra y gafas de sol, Cabral, pozo de sabiduría que acudía a los mensajes de Jesucristo y se inspiró en Gandhi o Walt Whitman, decía: "Ama hasta convertirte en lo amado, es más, hasta convertirte en el amor". Queda claro que los matones que le dispararon vilmente nunca le escucharon. La mayor lacra de Latinoamérica le ha matado sin piedad y, de alguna forma, ha dejado heridas a muchísimas personas más.


Ya lo cantaba él.

(Facundo Cabral con Alberto Cortez)


Cuando un amigo se va

Queda un espacio vació
Que no lo puede llenar
La llegada de otro amigo

Cuando un amigo se va
Queda un tizón encendido
Que no se puede apagar
Ni con las aguas de un rio

Cuando un amigo se va
Una estrella se a perdido
La que ilumina el lugar
Donde hay un niño dormido

Cuando un amigo se va
Se detienen los caminos
Y se empieza a revelar
El duende manso del vino

Cuando un amigo se va
Galopando su destino
Empieza el alma a vibrar
Por que se llena de frio

Cuando un amigo se va
Queda un terreno baldío
Que quiere el tiempo llenar
Con las piedras del astillo

Cuando un amigo se va
Se queda un árbol caído
Que ya no vuelve a brotar
Por que el viento a vencido

Cuando un amigo se va
Queda un espacio vació
Que no lo puede llenar
La llegada de otro amigo







Fuentes:
Europa Press
José Elias
Cosas de Curro

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