He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
la sombra de haber sido un desdichado.
Borges, de nuevo
Hubo una época, no muy lejana ni en el tiempo ni en el espacio, en la que las confortables casas eran cárceles para la mitad de sus habitantes, las costumbres y las convenciones sociales cadenas, y las aspiraciones más inocuas en apariencia escondían un veneno amargo. Pero para decir esto no hace falta melodrama. En nuestro esplendoroso presente, en la mayor parte del mundo, el hambre y la desgracia son la norma y no la excepción, y las mujeres siguen siendo las más olvidadas entre los olvidados, y sin irnos más lejos, el último año registró 68 mujeres muertas a manos de sus parejas en el pais moderno en el que vivimos. Siempre hay cosas que pueden y deben cambiar, y lamentarse tampoco sirve, aunque a veces sea inevitable. No es mal primer paso intentar tomar conciencia de lo que somos, y de dónde venimos, siempre viene bien saber como hemos ido avanzado poco a poco para saber como seguir por el buen camino y también para reflexionar sobre lo que otras personas no tuvieron, ni tienen.
Y para ello, y también pero no menos importante, para que no acabemos como el desdichado confeso de Borges, os voy a hacer una recomendación (que racha llevo xD, pero esta es muy especial):que mejor que poder vivir en una de esas épocas, no de las peores, pero tampoco auspiciosa, en uno de esos lugares, que vivió el germen de una gran rebelión. Y poder compartir la rabia sorda que se extendió el siglo pasado por un pais avanzado en su concepción de las cosas, que mantenía una humillante represión contra una mayoría de su población. Lo haremos con un personaje excepcional, Elizabeth Collet. De su mano recorremos con una mirada su imagen de un mundo en el que se encuadra el principio de sus anhelos, antes de conocer por sí misma ese mundo en el que le tocará desenvolverse, formado de apariencias tras el que se ocultan algunas verdades poco amables, como un decorado mal conservado que para una mirada inocente resulta insoportable, y como esos sueños personales tempranos se van diluyendo en su toma de conciencia y adopción de una búsqueda de su felicidad y de justicia junto con las demás personas que persiguen el mismo ideal.
No desvelaré demasiado (leedlo, os merecerá la pena, creo y espero), lo necesario para resumir diciendo que Elizabeth irá formando su propia vida frente al mundo, y junto a las personas que le apoyan y las que se le enfrentan, lo que ella quiere ser por encima de todo. Y que en opinión de un lector, eso se llama heroísmo (una conducta admirable que a su modo, sirve de ejemplo para los demás), y por eso le resulta un personaje tan arrebatador. Su toma de conciencia, junto con el ansia de encontrar su propio camino se entrelazan y conquistan al lector a través de su abnegada resistencia a lo que se espera de ella, y la lucha constante por construir su destino, el camino que ella elija, y de su fortaleza creciente al asumir lo que es y lo que quiere. Puede que el mundo no merezca la pena, pero debemos abogar por él, si en él queremos vivir. Y a eso se pone Elizabeth, junto con la asociación de mujeres que la acompaña en Langham Place, luchando por un futuro común mejor, para ellas, y las que vendrán (y los que vendrán, también). A partir de aquí, como no quiero destripároslo debereís leerlo...y creo que os gustará hacerlo (hay unos cuantos personajes más que debereís conocer por vuestra cuenta, se sieeenteeee).
Aquí, la honestidad obliga a advertiros de algo, soy amigo de su autora. Pero también la honestidad obliga a deciros que este hecho no influye nada en la valoración que hago, y lo que digo lo pienso absolutamente; es una gran novela. Aunque este espacio tenga pocos lectores o seguidores, tengo la obligación de serles sincero, y lo soy. Me encantaría ver triunfar esta novela porque pienso que su autora lo merece pero sobre todo porque creo que su libro lo merece. Siempre es algo incómodo decir estas cosas, como si hubiera que demostrar lo que se dice, o una sospecha difusa corriera por el aire, como el humo negro de una fábrica. No puedo demostrar que esa sospecha es falsa. Pero como no puedo, pues tendreís que creerme. Os doy mi palabra de amigo (quien se para un minuto a leer cualquier cosa que escriba por aquí, es mi amigo, y así lo trato).
Es una novela que al ser terminada deja el sabor grato y con cierto regusto amargo que hace que pensemos en ella durante un tiempo después de acabada. Pues, de alguna manera, tras ese esfuerzo colectivo para reivindicar los derechos más elementales, hay otra cuestión que permanece revoloteando tras terminar la lectura, uno le da vueltas a una cuestión adicional; aquello que nos gustaría legar a quienes nos seguirán, lo que nos gustaría que quedase en pie a través del tiempo que erosiona todo, como una pequeña rama a través del caudal del devenir, casi inapreciable, pero que aún flota. Los sueños individuales mueren con uno, pero la semilla de la rebelión ante el orden injusto de las cosas necesita otras antorchas donde pervivir. El sueño de un futuro mejor que inunda la agrupación de Langham Place nació para echar raices y seguir hacia el futuro, y siempre se extenderá hacia él. No puede quedar reducido a una suma de luchas individuales, o una lucha colectiva sin más, como bien dice la cita de John Stuart Mill que abre el libro,
La guerra es algo horrible, pero no la más horrible de las cosas: el decadente y degradado concepto de moral y sentimiento patriótico que cree que nada justifica una guerra, es mucho peor. Cuando las personas son utilizadas como mero instrumento humano para disparar un cañón o cargar bayonetas, al servicio de los propósitos egoístas de un líder, tal guerra las degrada. Una guerra para proteger a otros seres humanos contra la injusticia tiránica; una guerra para dar victoria a sus propias ideas de bien y justicia, siendo esta su guerra individual, llevada a cabo por libre elección con un propósito honesto, es muchas veces el medio para su renacimiento.
En esa moral valerosa del esfuerzo y la lucha por conseguir un anhelo, de firme humildad frente a los avatares del azar, la naturaleza, el poder, todo ese bloque que puede conspirar para dificultarnos o ayudarnos, auparnos o destruirnos, pero nunca para contagiarnos de lo que no queremos ser encuentro una profunda y liberadora alegría. Alegría por el hecho de ser conscientes de nuestra libertad, aunque todo parezca oscuro y aunque el hilo de las posibilidades parezca más enmadejado que nunca en garras de lo que no controla nuestra condición humana. Quizá esa lección de alegría y esfuerzo en busca de la vida propia, y de una forma armoniosa y llena de luz, a pesar de los pesares, sea la lección más valiosa que, personalmente, he recibido de "El renacimiento de Eva".
Espero que, tras esta humilde reseña, os apetezca leerlo, al menos para saber si os merecería la pena, y si os animaís a buscarlo y leerlo, podaís encontrar la vuestra. Y que os guste mucho, claro.
http://www.elrenacimientodeeva.es/ (pagina oficial, esto sí que lo hago en honor a la amistad , como es de ley :) , más información aquí). Ahí la teneís. Buscadla. Y espero que tengaís la alegría que yo sentí al leerla.
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