En EE.UU., país de referencia en el periodismo de investigación, las bajas de reporteros de renombre (de altos salarios) ha hecho que varios articulistas comiencen a preocuparse por la salud de la cobertura informativa que se hace de la gestión de las autoridades.
James Rainey del LA Times señalaba en esa dirección en su columna del día 20 de marzo.
“Los periódicos continúan, hasta cierto punto, con su papel histórico de conducir y dar forma al debate políticopero han rebajado drásticamente sus plantillas, a menundo perdiendo a sus reporteros más experimentados (y con el salario más alto), debido a la espantosa recesión y la fuga de publicidad a internet”, comentó Rainey, a quien varios asesores políticos aseguraron que el efecto de la crisis se está dejando notar ya en la calidad de la información que logran los periodistas de las autoridades.
La primera consecuencia visible es que los partidos están utilizando la irrupción en escena de jornaleros de la información poco experimentados para “venderles” como noticias contenidos propagandísticos que antes tendrían que haber pagado para verlos publicados en papel.
Un panorama que poco se parece a las condiciones en las que trabajaron Woodward y Bernstein para destapar el escándalo Watergate en The Washington Post en 1972. Es cuestionable si a día de hoy algún medio está en disposición de dedicar tantos recursos a investigar un caso similar y esto es algo preocupante, además de triste.”Imagina que conduces por la 5 (una autopista interestatal estadounidense). Solía haber un par de patrulleros de la policía para mantener a la gente bajo control. Ahora se han ido y todo el mundo lo sabe. Esto puede desenvocar rápidamente en una situación parecida a ‘Mad Max’ (clásico del cine sobre una sociedad apocalíptica donde regía la ley del más fuerte)” dijo Chris Lehane, veterano consultor del partido Demócrata, quien no dudó en calificar a los periodistas como los agentes de la ley de la política que velan porque los gobernantes no se emborrachen de poder.
Es indudable que las altas fiebres que sufre el periodismo por culpa de la crisis pueden tener otra lectura y ser el principio de un cambio -para muchos inevitable- del papel a la web. En la vanguardia de esta transición está el Seattle Post-Intelligencer, uno de los grandes periódicos estatales de EE.UU. que el 17 de marzo echó el cierre a su edición física y concentró sus esfuerzos en informar a los usuarios de internet.
La red es sin duda un universo de posibiliades comunicativas, habitualmente un maremagnum de noticias, que sufre de falta de credibilidad en muchos casos. Internet es también un refugio para firmas de prestigio, que pueden seguir escribiendo sobre lo que ocurre alrededor incluso después de ser despedidos, aunque sin el amparo de un grupo mediático que pueda proteger su trabajo cuando tengan entre manos un tema candente. La web es aún un cajón desastre donde cada uno hace la guerra por su cuenta, donde el reportero se expone en primera persona ante los elementos. No es lo mismo que The Washington Post publique un caso de corrupción o que lo haga un bloguero en su portal de internet, sin duda, no lo es. ¿Se podría destapar un nuevo ‘Watergate’ y sostener la investigación desde un blog? En el futuro quizá, hoy lo dudo.
Este período oscuro económico ha dejado en evidencia la debilidad de los medios para cumplir con rigor con su papel social, insuficientes recursos en la prensa tradicional y demasiada responsabilidad como para cargarla sobre los hombros de los florecientes blogs.
Unas conclusiones que van en la misma sintonía que el último informe del Pew Project for Excellence in Journalism sobre el estado del periodismo en EE.UU. durante 2008. Interesante estudio en el que se evidencian los problemas de financiación de los medios, la caída de las investigaciones sobre los políticos y el giro hacia internet, tanto por parte de los grandes grupos mediáticos como, sobre todo, por los periodistas a título personal.
Los enamorados de ese periodismo de “Watergate” podrán disfrutar en unas semanas de “State of Play”, filme en el que Russell Crowe recupera la figura del reportero callejero, de “perro viejo” que hace preguntas incómodas y es incapaz de modernizar sus métodos. Crowe investiga un suceso relacionado con un senador que le llevará a desvelar una historia que no imaginaba. La recomiendo.
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Buenos días Mrs.Capitain, después de leer tu entrada y en cuanto a la crisis económica mundial que atravesamos, no es de extrañar que ciertos sectores como es en este caso el periodismo, se resientan. Tengo un amigo fotoperiodista que trabaja para un importante periódico de tirada local y hace unas semanas me comentaba que había aumentado numerosamente la cifra de despidos en el mismo y que por otra parte se habían rebajado el número de artículos por ejemplar, mientras que se había aumentado el gramaje (grosor) del papel.
ResponderEliminarEsta crisis nos afecta a todos, desde luego a unos sectores más que a otros, pero en definitiva a todos.
Esperemos pues que llegue pronto "la salvación".
Saludos.
Arwen