16 de febrero de 2009

Embarazo adolescente

El Reino Unido está conmocionado por la noticia de que una pareja de pre-adolescentes acaban de ser padres. La madre se llama Chatelle y tiene 15 años pero el padre, Alfie, tiene 13 y una apariencia mucho menor. Esta intranquilidad se manifiesta en discusiones sobre el comportamiento de estos jóvenes, la aparente falta de compromiso, en su función, de sus respectivos padres y en la casi nula educación sexual que se imparte en las escuelas inglesas.

Pero nuestro país no se mantiene alejado de esta problemática: “Está creciendo la cantidad de nenas que se embarazan desde que menstrúan –que puede ser a los 9 años– hasta los 14. La tasa de fecundidad por mil para la franja de 10 a 14 años, en 1960, era de 1,0 por cada mil pre-adolescentes. En cambio, ahora, es de 1,8”, resalta Mabel Bianco, médica y presidenta de la Fundación Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM).

Si antes nos asombrábamos al ver una joven pareja con un niño o un embarazo a cuestas, ahora esa imagen se ha hecho tan natural que no sorprende ni al más mesurado. Las madres ahora tienen un sistema especial de inasistencias a las escuelas y pueden concurrir con sus hijos a clases, pero esto no significa que si bien, biológicamente pueden ser padres tengan el suficiente desarrollo madurativo para serlo. Y allí es dónde reside el mayor problema. ¿Cómo se cría el nuevo integrante de esta “familia” reciente? Generalmente los abuelos cumplen la función paterna y los padres la de hermanos mayores que están tratando de descubrir y conocer su propia vida y se ven, por ello, incapacitados para guiar a la que recién empieza.

Más de 105000 adolescentes dan a luz anualmente en nuestro país y casi el 14% de las muertes maternas registradas corresponden a niñas de entre 10 y 19 años de edad (Riesgo reproductivo en la adolescencia Argentina - UNICEF)

Antes este era un problema que sólo se le imputaba a la clase baja, pero ahora es, más bien, un drama de toda una franja etaria que avanza por la vida sin saber hacia dónde y, lo que es peor, sin saber por qué.

Los padres no terminan de señalar límites ni comportamiento a sus hijos, la escuela se ve desbordada y los adolescentes no asumen riesgos y toman con naturalidad la paternidad, como algo que la vida les dio.

Lo lamentable es el poco apego a la responsabilidad de mucha gente que nos rodea. Lo penoso es ver como dos jóvenes juegan a ser padres mientras pasean con un bebé. Pero lo más terrible es ver como una vida comienza en estas condiciones

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