21 de febrero de 2009

QUERIDA NORMA JEAN:


¿Qué puedo aportar desde aquí? ¿Qué puedo decirte que no se haya dicho ya, que no hayas leído o que, allá donde estés, no hayas podido escuchar? Es difícil, sin duda, muy muy difícil. Cuando escribes una carta a la mujer que acuñó el significado último del término "mito", al rostro que se erigió como icono no sólo del cine, sino de toda una cultura pop... ¿Qué más se puede decir?
Aún así, esta carta va dirigida a ti, Norma. Eso no debo olvidarlo. Va dirigida a esa niña que deambuló dramáticamente por tristes orfanatos y que fue pasando de mano en mano porque nadie, en el fondo, quería hacerse cargo de ella. Qué irónica es a veces la vida, ¿verdad?. Una modesta carta que va también dirigida a esa joven superviviente, la misma que tuvo que enfrentarse a la dureza de una vida que le dió la espalda para luego mostrarle su más falsa e interesada sonrisa. ¡Cuántas frías y largas noches tuviste que pasar pensando en esos padres que no estuvieron ahí o en esas parejas que no te quisieron lo suficiente cuando deambulabas sin un penique por las calles de Nueva York! Sí, la misma ciudad que años después quedaría rendida por completo a tus pies, pero que en aquel momento te mostraba la más fría y amarga de sus caras. Nadie mejor que tú comprendiste lo falso que podía ser el universo del papel couché, porque nadie mejor que tú sufrió el rechazo de un mundo que luego quiso compensar su error elevándote como a nadie en un decorado de papel cartón, el mismo que se utilizó en tantas y tantas de tus películas. Y ni siquiera cuando estabas ahí arriba, ni siquiera cuando todo un planeta se arrodillaba a tus pies, pudiste esbozar una verdadera sonrisa. Y no lo hiciste porque tras aquella melena rubio platino, seguía estando Norma. Bajo todo aquel personaje inventado por la 20th Centuy Fox seguía estando aquella chica asustada, aquella superviviente que se sentía despreciada por el mundo, porque aquellos primeros años de tu vida, Norma, te acompañarían el resto de tu vida.
¿Quién se acordaba entonces de aquella niña? ¿Quién recordaba a la joven que en tantas ocasiones estuvo al borde de la más absoluta desesperación? Nadie, simplemente nadie, porque por aquel entonces ya sólo interesaban esa caída de ojos, esa boca sensual o esas curvas que dieron un nuevo significado el término "erotismo". ¡Qué poco importaba ya Norma! Y no importaba nada porque había nacido ella: la rubia platino que había eclipsado para siempre la vida de aquella joven de Los Ángeles. Para todos menos para ti, claro está. Tú nunca la olvidaste, porque debajo de todo aquel maquillaje y de todos esos resplandecientes focos, seguían estando los ojos de Norma, de aquella niña asustada que nunca supo lo que era el cariño. Seguía estando Norma Jeane. Aunque el resto del mundo estuviese adorando a Marilyn Monroe...

2 comentarios:

  1. Hola Mistico.
    Una vida corta pero intensa y que marcó un antes y un después de un mito cargado de leyenda.
    Todavía no tengo claras las causas de su muerte, aunque mucho se ha dicho...
    Lo que sí tengo claro es que después de muchos años no ha habido otra como ella.

    Saludos.

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  2. Maravilloso post y maravillosa mujer. Creo que no habrá otra como ella jamás. Un icono del cine y una sex-symbol sin precedentes, pero sobre todo un montaje de la Fox para exprimir la taquilla. Como bien describes, debajo de toda aquella parafarnalia, del maquillaje, de la sonrisa dibujada y del perfil de éxito, tal vez sólo una mujer que sufría.

    Saludos hasta los versos.

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